Entrevista
Manuel Torres

 

Los Siniestros en Incendios Forestales: “El cambio climático y la falta de inversión en la limpieza de los montes están haciendo que la frecuencia de estos incendios aumente”

8 de agosto de 2018

 

– Los incendios forestales son cada vez más recurrentes y voraces, y frente a esta realidad la industria aseguradora debe buscar los mejores mecanismos para mitigar y proteger los patrimonios. ¿Qué tan frecuentes son los incendios forestales y cuáles son las causas que los desencadenan?

Pues realmente la frecuencia de los incendios forestales aumenta, y aumenta en progresión aritmética. Yo creo que hay dos factores fundamentales: por un lado está el cambio climático, que realmente está influyendo en la alteración de los ciclos naturales de las estaciones, y por otro lado está la falta de inversión en la limpieza de los montes. Los montes tienen que tener sus medidas de prevención, y hoy día se está invirtiendo poco en el cuidado de los montes.

 

– ¿Y qué elementos son asegurables en este tema, y al ocurrir un siniestro, cómo es el ajuste y qué elementos se toman en cuenta para realizarlo?

Tradicionalmente, cuando hablamos de incendios forestales, pensamos en las pérdidas de madera, en caso de que se trate de montes productores, pero realmente el problema va mucho más allá. Aparte de la pérdida de madera en pie en el momento y lugar en que se produce el incendio, tenemos que contar con el sacrificio anticipado de corta. Es decir, al final un monte no deja de ser una explotación que tiene su cuenta de pérdidas y ganancias, su cuenta de explotación, para un periodo determinado de aprovechamiento, que se denomina turno. Desde que el monte se implanta hasta que el monte se aprovecha, ese periodo se llama turno. Cualquier sacrificio de corta anticipado al cumplimiento del turno, supone unas pérdidas consecuenciales; es decir, la cuenta de explotación, se ve resentida por esa corta anticipada. Y eso se ha de contemplar también en la tasación de las pérdidas consecuenciales con ocasión de los incendios forestales. Pero hoy día vamos mucho más allá porque ya se están demandando, y hay legislaciones como la europea, de la que ha habido transpositiva de todos los países, donde ya estamos hablando de pérdidas de bienes no tangibles, como son el paisaje, la erosión, la capacidad de autorregeneración de las masas, e incluso las pérdidas de diversidad, tanto faunística como florística. Ya existen métodos y técnicas para valorar estas cuestiones. Hoy en día se tiende a que los estados sean depositarios de estos bienes, de estas externalidades positivas de los montes, con carácter objetivo de cara a la responsabilidad medioambiental, y con carácter ilimitado. Con lo cual, nos encontramos con un nicho asegurador de primer orden.

 

– ¿Dónde tenemos el gran impacto en el mundo asegurador por los incendios forestales?

En las cuestiones de responsabilidad civil. Con ocasión de problemas en líneas eléctricas -que no son tantos como se cree- de obras de carreteras, del manejo de vertederos, etc., se producen incendios forestales, y normalmente las consecuencias de daños y perjuicios son reclamadas en virtud de la responsabilidad civil. Y a su vez el Estado, ejerce la responsabilidad medioambiental sobre ese patrimonio intangible del que la ley lo ha hecho depositario.

 

– Imagino que determinar el ajuste de las causas que originaron un incendio forestal, es prácticamente como buscar una aguja en un pajar. ¿Cómo es esta tarea de determinar el qué fue lo que lo detonó para poder responder ante un acontecimiento de esta naturaleza?

Sí. Sin duda, este es un tema importantísimo. ¿Qué se hace en estos sitios? Primero se orientan a través de las declaraciones de testigos, que siempre ayudan a localizar más o menos el área de fuego. Pero en cualquier caso la propagación de un incendio en las masas forestales deja vectores claros de propagación. Las manchas del negro de humo, la inclinación de la vegetación hacia la exposición del calor, etc. El análisis de todos esos vectores al final va a converger en un punto, en un área más o menos pequeña, realmente pequeña, donde podemos localizar el foco inicial del fuego. Y a partir de aquí tendremos que ver cuál es la fuente de calor que lo provoca. El combustible ya lo tenemos, es la propia masa forestal, y ahora habrá que buscar cuál es la fuente de calor. Bueno, pues sabiendo dónde se ha producido, analizaremos el entorno y detectaremos las fuentes de calor que puede ser una colilla arrojada desde una carretera, la soldadura de un elemento sin las precauciones debidas, un vertedero, una línea eléctrica, etc. Pero se trabaja, se detecta y se identifica perfectamente la causa y el origen.

 

– ¿Cuál sería el escenario en México en materia de incendios forestales y del ajuste del mismo?

Bien, he visto que de acuerdo con los datos de la campaña 16-17 la Comisión Nacional Forestal aportaba algunos datos, nos habla de 122.000 hectáreas afectadas en un total aproximado de casi 4.000 incendios. A mí me parece realmente un impacto bajo para un país tan enorme, tan extenso como es México. Máxime teniendo en cuenta, que de esa superficie de 122.000 hectáreas, el 95% se refiere a matorral o pastos. Es decir, hay muy poca área forestal arbolada, afectada por los incendios. Entiendo que las causas pueden deberse al manejo tradicional del fuego a efectos de regeneración de pastos. Y por eso se da en el entorno del pastizal fundamentalmente. También he observado en mis viajes por este país que hay multitud de conatos de incendio. Se ven pequeñas áreas de una hectárea, dos hectáreas, tres hectáreas, recorridas por el fuego. Zonas, por ejemplo, próximas a la Ciudad de México en dirección a Querétaro; todas esas sierras que son deformaciones de plantas adaptadas a un estrés hídrico importante durante una época del año y se notan estas áreas de quemadas. Esto es fundamentalmente fruto de la negligencia humana, del descuido.

 

– Es muy frecuente que en el campo mexicano se hagan incendios provocados para reforestar o regenerar parcelas al pasto. Esto, cuando se sale de control, imagino que es cuando tienen impacto catastrófico. ¿Qué tantos eventos de esta naturaleza han causado impacto catastrófico para la industria del seguro de México?

En realidad, el impacto de este manejo ancestral del fuego, que se ha producido fundamentalmente por ganaderos, también por agricultores para eliminar restos de cosechas y demás, es un uso extendido en el mundo que desde luego debe erradicarse tanto por el riesgo que supone de crear incendios forestales de gran envergadura como por el efecto negativo que tiene sobre la pérdida de la fauna macroinvertebrada del suelo. Es una práctica a erradicar porque no es buena para el suelo. ¿Qué ocurre? Que cuando quemamos un área de hierba y la gente que tradicionalmente ha utilizado esto, los ganaderos, saben cuándo quemar y saben cuándo no quemar, y realmente hay que tener un control bastante importante sobre esas consecuencias –no quiere decirse, obviamente, que en ocasiones se les vaya de las manos– es porque con la quema de estas hierbas, de este matorral, se libera potasio al suelo. Esa liberación de potasio lo que origina es una regeneración de la hierba con las primeras lluvias muy abundante. Y es una hierba mucho más palatable para el ganado y por eso se hace así. Pero esto se debe erradicar porque al final realmente para el seguro no tiene tanto impacto.

 

– ¿Qué papel está jugando la tecnología en el ajuste forestal?

Pues la tecnología es fundamental porque hoy en día todos los sistemas de información geográfica, y satelital nos dan perfectamente idea de cómo van a evolucionar los fuegos. Las condiciones climáticas cada vez se pueden anticipar con mayor exactitud; la cuestión de vientos, que es absolutamente fundamental una vez que se inicia un incendio; el conocimiento de la orografía del terreno nos va a permitir presumir cómo va a ser el avance de los incendios forestales, y por lo tanto va a ser una herramienta fundamental en el ataque de un incendio. El incendio se ataca siempre por los flancos, y se va reduciendo el frente en un ataque por los flancos. Pero conocidas esas cuestiones de viento pendiente de orografía, sabemos o prevemos, cuál va a ser su evolución. El calor por sí mismo no nos va a provocar nunca un incendio forestal, puesto que nunca va a ser tan intenso ese aporte térmico como para activa o para llegar a alcanzar la temperatura de ignición, la temperatura de activación. Otra cosa es un rayo, por ejemplo.

 

– Entonces ¿es una mentira que el sol puede en un pastizal seco pueda causar flama?

Yo creo que sí. Eso no va a suceder. Ahora bien, cuando hay un factor adicional humano, pues se produce. El estrés hídrico sobre la vegetación producido por la falta de agua y por el intenso calor dejan a esa vegetación en condiciones mucho más favorables para que, con un aporte extra de calor, se produzca el incendio. Pero normalmente si no hay una intervención, no hay un factor antrópico adicional, no se va a producir.

 

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